En este sentido, señala el experto en psicología, una crianza sobreprotectora puede convertir a esos niños en adultos poco resilientes. Cuando les protegemos en exceso, si no dejamos que elaboren que algo no les ha salido bien o que acepten que no lo han podido conseguir distrayéndoles o dándoles un premio para que se olviden de ello, les estamos privando de la tolerancia a la frustración, algo que sucederá a lo largo de la vida. Por el contrario, aquellos padres que dejan que sus hijos se frustren y que se enfrenten a diferentes adversidades, dándoles las herramientas necesarias para ello, ayudarán a que sus hijos vayan formando una actitud resiliente ante la vida.
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