No nos explicamos por qué el barril del crudo baja y automáticamente el valor de todos los energéticos bajan en el mercado internacional. De 64 a 62 dólares según la Organización de Países Exportadores de Petróleo, (OPEP), fue la caída del crudo, el hecho que para los hondureños son centavos los beneficios. A diferencia a la subida el perjuicio es inmediato, nos preguntamos, qué se entreteje en este gran negocio. Honduras importó 1550 millones de dólares en importación de combustibles según datos del Banco Central de Honduras, (BCH).
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Mediante el decreto 278-2013 de la Ley de Ordenamiento de las Finanzas Públicas, Control de Exoneraciones y Medidas Antievasión, que entró en vigencia en enero de 2014, se incrementó el tributo. Quedando así en 1.41 de dólar de impuesto por la súper (31.98 a cambio actual); 1.25 (28 lempiras) la regular y 0.86 (19 lempiras) por el diésel. Según la ley, los fondos obtenidos se destinan a atender programas sociales y conservación del patrimonio vial. Al cierre la Dirección Ejecutiva de Ingresos (DEI) reportó la recaudación de 10,300 millones de lempiras por este tributo.
Mediante este contexto, está claro, que el combustible no solamente es útil para impulsar vehículos automotores, genera energía eléctrica, transportar la producción nacional. La multiplicidad de tasas impositivas en el rubro de los energéticos nos tiene de cabeza, todos estos costos repercuten en la gran mayoría, quizá no por el consumo sino por el negocio desleal entre los importadores, gobierno central en perjuicio del pueblo. El gobierno debe garantizar la balanza y no sumarse. Hay comentarios prometedores que se convierten en una lágrima en el desierto de Juliette Handal, cambiar la fórmula a la factura energética donde el estado se ahorra hasta 7 mil millones de lempiras, pero no le paran bola, quizás la doctora ha tocado fuertes intereses y el tema pasa a segundo plano. En Honduras hay mano peluda en todo que sea negocio o contratos estatales, somos los cangrejos más agresivos que tienen sumergido en la miseria a nuestra patria. EDITORIAL