Los hondureños atónitos con los estragos ocasionados por los fenómenos naturales, y nos preguntamos ¿Por qué sufrimos tanto? No tomamos conciencia entre necesidad y razón; si somos intestinales y populistas le achacaremos la culpa al infortunio y a la mala suerte y quizá diremos que Dios no se apiada de nosotros por los profundos pecados capitales. Queremos justificar los errores de tercermundismo y humillar la razón en todos los sentidos. Partiremos del hecho que el Todo Poderoso nos ha provisto de cinco sentidos claves para la supervivencia, cada uno de estos receptores nos arroja información para nuestra existencia, no pretendamos que por nuestra condición social de pobreza las capacidades son fallidas.
Se han dado los casos que personas acomodan sus intereses a un partido político, religión y asunto económico, a lo que nos hace daño deducimos culpa, con algo o alguien tenemos que pelear, menos con nosotros mismos. Nuestro aprendizaje de estos desastres son respuesta a lo acontecido en el entorno, hemos abusado de la suerte y todo lo que le pertenece a la naturaleza, lo cobra con creces tarde o temprano.
Con la alerta roja decretadas en todo el país por exceso de agua en afluentes que desembocan en zonas costeras es una señal clara que lo esperado llegó. Debemos practicar la armonía con lo natural, no pretendamos pasarnos de listo, jamás el hombre le ha ganado a la madre naturaleza. Reflexionemos, la madre tierra nos provee de alimento para la existencia, no abusemos de su confianza. El ajuste de cuenta es real, como le pagaremos lo perdido.
Pero bien, o quizá sea lo contrario, ante el desequilibrio natural y con vida propia, nuestra casa mayor evoluciona y acomoda otras sustancias a la supervivencia. Démosle el beneficio de la duda, no todo es catastrófico, no todo está perdido, en el hilo natural siempre nace lo bueno y lo que ha de venir tengamos fe que es para bien.
