En la reciente pandemia pudimos observar que hacer falta la circulación de vehículos por las principales calles de Comayagua la gente podía caminar tranquilamente por las aceras; sin ninguna precaución, únicamente en el cruce. Los pocos vehículos se encontraban estacionados en lugares que no estorbaban al transeúnte. La oferta y la demanda en puestos de ventas inexistente no había compradores que generan el movimiento esperado. Una que otra motocicleta imponiéndose con un servicio poco convencional, el domicilio planteó otro tipo de negocio para el cliente y un reto para la casa comercial a pesar que el escepticismo fue la principal causa para no avanzar en esta nueva idea que se expande en todo el mundo, los hondureño nos dormimos con una respuesta tardía y después de los cinco meses nos despertamos cuando empresas de todo el país llegaron a Comayagua para ofrecer el dichoso servicio con un motorizado.
No se esperaba esta situación, pero era predecible tomando en consideración los estragos en otros países, no pudimos sacar una conclusión urgente, la reacción fue más de fe que de acción. En todo este trayecto el juez municipal, Felipe Arias, no se halló en la penosa situación de estar corrigiendo a un adulto en el respeto de las vías, aparcaderos en sitios de peatones. A pocos días de iniciar la apertura de la economía, la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte, DNVT, reporta los primeros accidentes, abuso de velocidad, uso de celulares con el vehículos en marcha y por supuesto, ante la falta la esquela no se hace esperar pagadera después de la pandemia.
La imposición de medidas son oportunas cuando el desalmado hace caso omiso, las leyes se legislan para obedecerlas y entender qué fin supremo es la misma sociedad cuyo resultados es preservar la vida de los hondureños. La sociedades avanzadas han apostado al orden y disciplina; pero nosotros queremos hacer las cosas a nuestro antojo. Según datos mas de cuatro millones diario recauda la Dirección Nacional de Vialdaid y Trasporte por infracciones a motoristas como resultado, o sea, 133 millones mensual, una cifra estratosférica y seguirá avanzando en la medida que no nos eduquemos. Solo el departamento de Comayagua recauda un aproximado de tres millones 400 mil lempiras en un trimestre, el negocio se pone más interesante al no cumplir, como no queremos entender, que siga la fiesta. EDITORIAL
