Antes de comenzar este editorial planteamos una interrogante a la ligera, ¿Quién dijo que Honduras produce el suficiente alimento para su población? Obviamente no puede estar más equivocado que un can en procesión. Según el informe manejado por el analista, Víctor Barahona, únicamente se asigna un 1% en el presupuesto general de la república. Desglosaremos estos números, el total de gastos de la administración pública es de doscientos ochenta y dos mil trescientos treinta cinco millones quinientos cincuenta y tres mil ochocientos cincuenta y cinco lempiras exactos (L.282,335,553,855) de los cuales solo le corresponden a la Secretaría de Agricultura y Ganadería, 1,895,366,065. Para Barahona, el crecimiento del sector agrícola del país depende de la asignación de un mejor presupuesto, la producción nacional sin apoyo presupuestario opera con déficit, en tal sentido, se estaría dependiendo de compras de grano a un precio superior en comparación a lo producido en el país. Aunque los costos varían, se estaría dando un espaldarazo a los productores nacionales reactivando todos los recursos del país.
No se debe jugar con la producción y alimentación nacional contando con tierras fértiles, rubros de primera necesidad. Con poco presupuesto y obsolescencia de técnicas agrícolas jamás, ni intentar hacer frente a tratados comerciales lesivos para nuestros productos. La protección no debe generar dependencia, en este caso sí, el gobierno debe proteger la producción de granos básicos y más que invertir en importaciones, debe invertir en tecnificar el agro con políticas productivas favoreciendo al productor y consumidor. Enseñando técnicas de mercadeo a todas las organizaciones, según el rubro, para evitar ser sorprendido por los intermediarios que de forma escalonada se aprovechan del incauto. Volver a las viejas prácticas que produjeron resultados del Fondo Ganadero teniendo contabilizado un hato competitivo sin producir merma como lo vivido en la actualidad.
Idealizar el compromiso ante la galopante corrupción en una secretaria menospreciada y saqueada por los políticos de turno, no es fácil, al final quienes pagan los platos rotos son los productores y consumidores. La mesa está servida, falta acción y voluntad política. Lo cierto es que cualquier pandemia se le puede hacer frente con un pueblo bien alimentado, sin embargo, anémico y desnutrido, que Dios nos cuide.